viernes, 6 de julio de 2007

Bitacora

BITACORA MDE07

Por: José Jairo Pelaez Pulgarin

COLECTIVO SUBREGIONAL ANTIOQUIA

PASANTIAS EN EL ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ARTE MDE07

PRACTICAS ARTÍSTICAS CONTEMPORÁNEAS

En los primeros días anduve prevenido por Medellín sintiéndome descontextualizado en lo que se refiere a las prácticas artísticas contemporáneas: la invitación del Palacio de la Cultura y el Museo de Antioquia a participar en unas pasantías que durarían 20 días en representación de la Región Suroeste antioqueño en el marco del encuentro internacional MDE07 me tomó por sorpresa; en esos días y desde hacia varios meses venia escuchando “El Citófono” en la radio de mi taller, aquí en Jericó, donde escribo ahora estas líneas y desarrollo mi proceso creativo. Escuchaba entonces a Conrado Uribe y sus compañeros hablar con los artistas que llegaban de otras partes del mundo y también del país planteando sus propuestas de lo que seria luego la puesta en escena de sus trabajos en la ciudad en el encuentro internacional MDE07.

Por ejemplo supe de una mujer que lleva años tejiendo una sola cosa y ahora tiene una esfera gigante que sigue creciendo mientras teje y teje y en el tejer conversa con la gente, con su entorno inmediato y termina tejiendo lazos de comunicación sumamente poéticos.

…Que un Japonés levantaría andamios alrededor de alguna escultura en la ciudad y la encerraría en una alcoba me lleno de asombro e inmensa curiosidad y lamentaba no poder estar en vivo y en directo presenciando estos eventos que inquietaban mi espíritu – Aquí es donde aparece sorpresiva y hospitalariamente la invitación a participar en las pasantías mencionadas­ – y las cosas fueron a otro precio (bienvenida la descentralización): poder ver de cerca las obras, las instalaciones, los eventos que desde entonces empezaron a darse uno tras otro, uno con otro, hablar con los artistas de primera mano con los ojos abiertos a nuevas lecturas o quizás… no tan nuevas; todas las cosas que ahora son arte contemporáneo han estado ahí siempre, solo que no las había visto como ahora, con los ojos del otro; el otro en mi mundo, mi mundo en los ojos del otro en una simbiosis o una extraña forma de parasitismo.

Decía que estaba prevenido al principio pero con el despliegue de los días las cosas se me iban aclarando y el territorio de posibilidades para encontrar el arte en las cosas del mundo se me hacia mas basto.

Freddy Serna en la Jíkara nos mostró cuanta armonía y fuerza puede encontrar una comunidad que se une en torno al arte.

El mexicano Héctor Zamora con su “Bar de las divas” nos puso a entrar en contacto, a los habitantes del museo de Antioquia y a los artistas participantes con el “submundo” del sector de la Veracruz dejando interrogantes en el aire nada fáciles de resolver pero que en ultima instancia debería llevar a una forma de convivencia menos tensa del lado del museo y mas digna del lado de la calle. Arte relacional que sin duda cuestiona nuestras formas de vida.

Gratísimo el aporte de Lucas Ospina en el encuentro pues para mí fue un faro a la hora de ubicar mi trabajo en el contexto contemporáneo: Sus postulados frente al arte me aterrizan, la extraordinaria “sencillez y acrobacia” de sus dibujos me sorprenden y el concepto que le merece los curadores de arte me parece acertada.

Con Cildo de Brasil el vacio adquiere una profunda importancia y ese pequeño cubo se agiganta de forma imaginaria y nos muestra una selva futura, desolada, sin árboles, sin nada!! . Y ese pequeño cubo como única prueba de la existencia del árbol en la historia del hombre; gigante prueba ese pequeño cubo de madera que produce vértigo en la profunda inmensidad… “vacía”?.

Libia Posada: quisiera conocerla; mujer de altísima sensibilidad y poder, su obra es contundente: uno entra a la sala del Museo de Antioquia donde están eso retratos clásicos hermosos enmarcados extraordinariamente y de pronto en varios sitios de la sala metidas en los marcos originales unas fotografías actuales con mujeres actuales con la postura clásica del cuadro original que había en los marcos pero esta vez golpeadas, maltratadas con una dolorosa elegancia y dignidad y una tristeza tan grande que parecía salírseles del rostro.

Muchas propuestas, muchos nombres, acciones, performances. Desconcertado con Fernando Pertuz mostrándonos un video en el que aparece comiéndose su propio excremento con pan tajado y pasado luego con su orina – todo en una solemnidad extraordinaria! – nos recordaba a todos un asunto que por escatológico nos desagrada pero siempre estará ahí con nosotros; siempre habrá gente “comiendo mierda” en las calles y caviar en palacios pero en todo caso no encuentro el arte en esta acción de Pertuz. Prefiero quedarme con el sabor de las manzanas que nos obsequio luego con los ojos tapados: “haz el bien y no mires a quien” resulta más poético.

Milena Bonilla preguntada sobre si “el arte tiene alguna capacidad para generar una reflexión sobre las relaciones que se establecen con el otro” responde: “creo que el arte es en si mismo un detonante de este tipo de relaciones, independientemente de sus discursos, materializaciones y procesos”. Traigo esto a colación pensando en mi trabajo pues llevo algunos días construyendo en mi mente un discurso que justifique la contemporaneidad de lo que hago con un material como la piedra; tan antiguo como el cosmos mismo: primero esta el río, mi conexión con el, con su poder; un asunto de un carácter ecológico indudable y en cuanto a lo relacional que pueda tener tampoco hay duda: ya en el taller la piedra genera unas dinámicas distintas a las meras tareas de transformación del material en escultura, todo el tiempo esta abierto el taller para la gente, entran los niños, jóvenes y adultos y preguntan y se quedan mirando largo rato; algunos muy inquietos resultan a los días con piedras que han tallado con sus manos y entonces uno encuentra demasiado vital y placentero ver a la comunidad, a mi entorno inmediato involucrado con mi proceso creativo y aquí están los sentidos; el río y sus sonidos, sus olores, sus colores, la gente y sus cuestiones, la piedra con el tacto, la mirada del otro, el otro en mi mirada, las preguntas, las emociones, el asombro, el autoconocimiento… Que algunos curadores no lo encuentren contemporáneo no le quita un solo centímetro de la contemporaneidad que yo le encuentro a mi trabajo, lejos esta de “pasar de moda” y muy por el contrario cada día cobra mas vigencia, recorre mas caminos, otea otras miradas y se expande. El mismo material de hace siglos, las mismas herramientas y las mismas técnicas pero con otros ojos, las mismas cosas de siempre leídas de otra forma; tan contemporáneo como el alfabeto de ladrillos de Detanico y Lain, como los cuestionamientos de Antonio Caro, como los cochecitos de bebe que muestra Claudia Munera o los carteles de Adolfo Bernal o la botánica artificial de Alberto Barraya o los dibujos de Lucas Ospina y José Antonio Suarez, como el trabajo de los que no he nombrado por olvido o por no haberlos visto. Tan contemporáneo como esa alcoba que le hizo el japonés a la cruz de la iglesia en Barrio Triste o como esa esfera gigante que ha venido tejiendo la mujer que comente al principio y que crece y crece mientras teje y teje… lazos de comunicación sumamente poéticos.

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